Una de las preguntas más frecuentes de mis pacientes cuando llega el verano y que no falla nunca, es saber que puede pasar con su acné durante la temporada estival.
Está claro que con el cambio climático, las variaciones de temperatura a lo largo del año son mucho más extremas que en temporadas anteriores. Y especialmente este verano el calor y la sequía son muy evidentes, influyendo negativamente en las lesiones de acné
Más vale prevenir antes de que llegue el calor…
Después de haber realizado el diagnóstico correcto, en invierno se suele dominar muy bien con el tratamiento adecuado, especialmente en las etapas de la adolescencia y de la pubertad. Sin olvidarnos en absoluto del acné de las personas adultas, pues en un porcentaje discretamente elevado, puede persistir a lo largo de los años si no se trata adecuadamente.
Por otra parte, hay cada vez más pacientes que en lugar de mejorar en verano, notan que sus espinillas o puntos negros (comedones), sus pápulas (puntos rojos) y/o sus pústulas (esos indeseables “granos de pus”) tienen tendencia a multiplicarse. Y esto puede llegar a originar posteriormente las odiosas cicatrices como consecuencia de la evolución de las lesiones acneicas.
Habitualmente el aumento de temperatura ambiental provoca que las lesiones proliferen en aquellas personas que tienen la piel seborreica con tendencia a la sudoración. Y no sólo el número sino también su tamaño, dando lugar al empeoramiento de las que existían previamente o bien a la aparición de nuevas.
Para evitar esta situación, lo mejor es realizar una consulta al dermatólogo para conocer qué tipo de acné es el que afecta a cada uno. Puede ser que haya muchas lesiones o que sean muy pocas o casi inexistentes. En el primer caso, hay que determinar el origen del acné y en esto sólo podrá ayudarle su dermatólogo después de realizar una historia clínica completa, una exploración exhaustiva y la analítica sanguínea en caso de ser necesario.
Rutinas de higiene para pieles acneicas
La actitud a seguir es diferente y específica según el tipo de acné. En situaciones leves, basta con una rutina de higiene básica diaria, utilizando cosméticos astringentes y libres de aceites. En caso de lesiones ya más evolucionadas, es preciso añadir a esa limpieza, productos específicos antiacne por vía tópica que sean compatibles con la exposición solar.
Hay muchos productos y tratamientos que no deben utilizarse en verano, ya que pueden irritar la piel y favorecer el efecto contrario al que buscamos, aumentando la presencia de nuevas lesiones.
Si a pesar de los cuidados básicos no se logra la mejoría esperada, habrá que consultar al dermatólogo para que pueda indicar los cuidados adecuados a su situación y a su tipo de piel. Y, además, prescribir antibioticoterapia por vía oral si es que lo considera necesario.
Por último, no se debe olvidar la rutina de aplicación de tratamiento preventivo para eludir la nueva aparición o empeoramiento de las lesiones previas.
En general se debe evitar los cosméticos irritantes, fotoprotectores muy grasos, utilizar maquillaje, especialmente los que son muy cubrientes y la manipulación de las lesiones.
Y otras recomendaciones en positivo son seguir una dieta rica en vegetales y frutas, pescado, carnes blancas, evitando las grasas y los alimentos procesados ricos en ácidos grasos saturados y grasas trans (carne roja, leche entera, quesos curados, mantequilla…).
Es importante no esperar a empezar tratamiento a que el acné esté muy evolucionado. Cuanto antes se inicien los cuidados apropiados a cada situación, mejores serán los resultados obtenidos y se evitarán las cicatrices residuales.